En un ramaje frondoso
de un hermoso nogal
hice mi nido al final
a mi amada amoroso.
Trinaba al amanecer
despertando con el Sol
y nos dabamos calor
con cánticos de placer.
Llenos de amor y ternura,
empollamos par de huevos,
para ver así los nuevos
frutos de nuestra dulzura.
Pero llegó el hombre vil,
con su sierra de metal
y comenzó a aserrar
sin un dejo de sentir.
Cayó nuestro nido a tierra
con ilusiones y sueños
porque ahora eran dueños
los hombres de la sierra.
Y tuvimos que emigrar
a una gran ciudad
porque no quedaba unidad
de aquel bosque de nogal.
Por eso hoy, entonamos otro trino
en los cables de la energía,
añorando que el hombre todavía
no atente contra lo divino.
YALI
Derechos de autor: 10-226-209
No hay comentarios:
Publicar un comentario