En este país hoy prolifera la fechoría
y la fragilidad se acrecienta,
la fría noche golpea el rostro del descuidado
llevándolo por calles llenas de vacío,
donde lo acedia el puñal o un disparo.
Con la sangre envolviéndole la piel,
el malhechor a hurtadillas en su raudo actuar,
lo despoja de sus pertenencias
y se pierde a lo lejos sin mirar atrás.
El pobre desdichado,
desea liberarse de su inminente muerte,
pero es trasportado a recuerdos de infancia,
perdiendo su identidad en larga agonía,
anhelando que aparezca una dulce boca
que llene de gritos su ayuda pedida.
Ya muerto en gran soledad,
redimen su crimen con impunidad,
no recuerdan su nombre
y entierran su cadáver en expedientes
que ya más nadie recordará.
Este país jamás será el que soñamos,
se sigue dejando un legado de cadenas
eslabonadas con los sueños
que mueren sin dejar huella.
YALI
Derechos de autor: 10-228-157
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