Con Dios anoche soñé
¡O quizá fue realidad!,
en medio de la oscuridad
absorta le pregunté:
¿Qué pasó con tu hijo
que nos prometió volver
y hoy ya nadie quiere creer
en la palabra que dijo?
Y en destello como estrella
escuché su voz sonora,
diciendo que aún no era hora,
que ¿Por qué? tanta querella.
Y le seguí preguntando:
¿Acaso no has visto al mundo
hundido en lo más profundo
y al hombre el mal fraguando?
Y con su voz entrecortada,
me dijo que no era vida
ver su obra perfecta perdida
en oscuridad, en maldad, en nada.
Que el hombre en su iniquidad
se había aprovechado
del cuerpo y la mente
que Él le había dado
y hoy el mundo sufría su maldad.
Que a su hijo adorado
a cambiarlo lo había enviado,
pero el hombre en su libre albedrío
lo había crucidifado.
Que al igual que un padre bueno
Él deseaba para su hijo lo mejor
y no le quería causar más dolor.
Que así como el humano
desafiaba su soberanía,
Él pronto acabaría
con toda vida
y su proceder inhumano.
Que Él, con mucha tristeza
ya había comenzado
a destruir lo creado
con embates de la naturaleza
y que, el hombre no quería intuir
que Él era su soberano.
Que ya había pasado mucho tiempo
para que la humanidad probara
toda clase de sistemas políticos,
sociales, religiosos y económicos,
sin que Él la guiara.
Que toda la inteligencia
que al hombre había dado,
era una treta que Él había inventado,
para acabarlo con su misma ciencia
cuando estuviera descarriado.
Y que ahora en la actualidad
con tanto invento terrible,
con tantas vidas segadas
en holocaustos y guerras,
en genocidios infaustos,
en muertes violentas
con odio y serenidad,
ya no era para el hombre posible
redimir tanta maldad.
Que Él ahora estaba agotado
de ver tanto sufrimiento
y que ha llegado el momento
de ver el planeta aniquilado.
Que será dentro de poco,
porque el hombre ha comenzado
a lanzar sus misiles a tierra,
con los que empezará la guerra
¡que dejará todo arrasado!.
YALI
Derechos de autor: 10-228-193
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