Día y noche nos contempla
desde el regazo del infinito,
su cara gigante mira sin ojos
y grita sin boca que no haya maldad,
sus gritos de aliento casi no nos tocan
su corazón herido sin latido está.
Lo veo por instantes en la madrugada,
en la aurora bella que da el despertar,
en la suave brisa y en la huracanada,
en el bello atardecer a orillas del mar.
Mis ojos se clavan en su rostro vacío
y aún sin verle yo confío en Él,
sabe de mis penas y preocupaciones
y en dunas de viento alcanza mi ser,
se lleva mi alma hasta el infinito
y a Él en silencio... ¡Clamo yo también!.
YALI
Derechos de autor: 10-305-86
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