La fuerte nevada mulle el camino,
en el aire se sostiene el silencio,
las estatuas tiritan con el frío intenso
y el mendigo... vaga clandestino.
El viejo reloj de la catedral
pausadamente da la hora
y en congoja al mendigo aflora
el calor de su hogar hambriento.
Tras un ventanal ahoga su mirada,
manojos de dádivas adornan la sala,
un árbol de navidad orlado se ufana,
¡Pero alguien lo ve! y... cierra la ventana.
Sin ganas, se escucha una carcajada,
alborozo, música y contento
y el pobre mendigo, hambriento y sediento
en el infinito pierde su mirada.
En debilitada mente esboza familia
que un mendrugo espera impaciente
y apiñada con el frío inclemente
se brinda amor estando en vigilia.
¡Ya es la media noche!
¡El viejo reloj da las campanadas!
todas las familias alborozadas
se brindan regalos con fino derroche.
Un vigilante, en él fija la mirada,
se acerca sigiloso a su desaliñada facha
y con bolillo en mano, mientras él se agacha
un golpe certero, lo deja en la calzada.
Despierta el mendigo en calabozo encerrado,
clama libertad con un grito ahogado,
no entiende el 'Por qué' se encuentra preso
¡Si jamás en su vida ha robado!.
Tres días queda tras las rejas,
días eternos que el tiempo le ha robado
y ya en libertad corre desesperado
a su guarida... ¡Donde ya no hay quejas!.
Entre cartones una pila de cuerpos divisa,
abrazados todos fundieron sus quejas
esperando un mendrugo que aliviara sus penas
y dejando en su mente locura que atiza.
¿No es la Navidad el tiempo de amor?
¿No es la Navidad el tiempo de paz?
brindemos un mendrugo sin mano falaz
¡Permitiendo a todos, un mundo mejor!.
YALI
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