viernes, 1 de marzo de 2013

EN EL ASILO



En una habitación grande y espaciosa,
con dos camas separadas
donde no se les permite
compartir calor de cuerpos
de una vida entera,
una encantadora pareja
despierta en sueños de primavera.

Pasan el día tomados de la mano
recorriendo los pasillos del asilo
o sentados en un par de sillas
con un álbum de fotos en su regazo,
añorando con orgullo 
los caminos recorridos
que hoy viven en su recuerdo,
donde perdura la esencia
de su juventud florida,
cuando enamorados y sonrientes
vivían del amor, la magia
de las estaciones venideras, 
cuando apurados luchaban sin descanso
por brindar un futuro a sus hijos,
un futuro de bienestar y amor
y de solución a inquietudes y acertijos.

En sus níveos cabellos
la tenue luz aún se refleja
anunciando que llega la noche
y aún tomados de la mano,
ven tras la ventana del Sol el ocaso
que desdibuja de sus rostros
la sonrisa que evoca
el vivir de vidas encontradas,
el reflejo de la lealtad
y el amor de la pareja.

Aquel lerdo hombre es el fuerte
y ella, siempre ha dependido de él.

¿Qué ocurriría si uno de los muriera?

La hora de acostarse es el ritual diario:
Ella con zapatillas y camisón ya puestos,
sentada en su sillón espera la llegada
de la enfermera con su medicina de la noche,
toma su pastilla ante la mirada vigilante 
del hombre por quien aún suspira;
Él con sumo cuidado la ayuda
a trasladarse del sillón a la cama,
arropa su delicado cuerpo
y estira la mano para apagar la luz
de la cabecera de su cama,
se inclina despacio, la besa con ternura,
subiendo luego la barandilla,
los dos sonríen y él, acaricia su mejilla,
se vuelve a la enfermera,
le recibe y toma también su medicina.

Y en la penumbra de la noche,
desde sus camas separadas
se escucha un...
¡Buenas noches amor!
y sus mentes se llenan de nostalgia,
añorando esa cama de matrimonio
donde compartieron toda la vida
calor, amor y pasión.

¿Qué ocurriría si uno de los dos muriera?.

YALI
Derechos de autor:  10-254-344



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