La tierra se estremeció y en segundos,
el piélago agitado embravecido,
a la tierra se adentró enfurecido,
dejando a su paso dolor profundo.
Vertió toda su desdicha en abrojos,
tomó para sí, vidas añoradas,
silente omitió suplicas gritadas
y dejó perlas negras en los ojos.
Los ilesos en arruinadas vidas
igual que con la bomba de Hiroshima,
con la mirada abarcan desolación.
E incrédulos buscan bajo las ruinas
con sus anegados ojos de grima,
hálitos de vida luchando en prisión.
YALI
Derechos de autor: 10-289-311
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