Entre arrugas cuelga la piel ajada,
el policromado de su tez se ha ido,
su vida ya no encuentra sentido
y sueña moribundo entre la almohada.
Siente pasos de espectro decidido,
de la hoz en el cuello, el frío metal,
acechándolo con insistencia tal
que no puede esquivarla ni dormido.
Temblando por la muerte presentida
toma de su cáliz el amargo almíbar,
que presto baja por su garganta.
Y se van sus pasos en estampida
derrotados al probar el acíbar,
de ser cobijado con negra manta.
YALI
Derechos de autor: 10-348-96
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