¡Como extraño las cartas!
aquellas que por correo llegaban,
que la ilusión despertaban
y con ansias de abrirlas,
a un cuarto solo
tras cerradas puertas,
al instante, nos arrojaban.
Cartas de algún amor
candente que abrasaba
y aún en lejanía,
el corazón calaba
con cuchillo acallador.
Cartas de amor inigualable,
que aún en la distancia
perdiendo toda arrogancia
del sentir del corazón,
a la razón no era dable.
Sus mensajes nos animaban,
nos estremecían, nos sostenían
y nuestra vida refulgía,
porque ese amor
aún lejos, palpitaba.
Cartas que hacían hervir
el corazón de pasión,
que los ojos nublaban
y nos hacían perder la razón.
Cartas que al corazón enternecían,
que al recorrerlas con los ojos
el amor aparecía
y de nuestros labios rojos
un suspiro hondo salía.
Cartas de dolor y de alegría
que un rayo de luz daban
a nuestra alma prisionera
en oscuro calabozo
y que en espera del regreso
de su amado amoroso,
a la celosía se aferraban.
Cartas de amor, amor,
amor sincero
que nos cubría por entero
subiéndonos al cielo
para dejarnos luego...
¡en el averno abrasador!.
YALI
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