Bosques errantes que habéis partido
dejando aridez en la naturaleza
y permitiendo que en suave olvido
se opaque de esta tierra tanta belleza.
Arroyos tristes que en agrio gemido
se han ido al cielo en vapor danzante,
dejando su lecho triste y dolido
y en inminente paro al hombre soñante.
Ya las doradas arenas nos abrazan,
el ardiente sol nos quema el alma
y no hay agua para libar con nuestras bocas.
Pues el cielo y la tierra hoy se entrelazan
dejando tras la tormenta la calma,
que en deliquio deja estas vidas locas.
YALI
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