El enemigo irrumpió en la aldea,
sus habitantes horrorizados
comenzaron a correr,
pero a tiros fueron abatidos.
Granadas fueron arrojadas
a sus chozas, acabando
con cualquier ser viviente
que en su interior se hallara.
Los civiles fueron rodeados,
las chicas del poblado
violadas y ultrajadas.
Jóvenes, mujeres, niños
y ancianos, capturados
para ser después asesinados.
Mataron el ganado
y destruyeron los cultivos.
A los sobrevivientes los apiñaron
dentro de una zanja de desague.
Aquellos hombres vestidos de militar
descargaron sobre aquella
montaña de carne humana,
hasta dejarla inmóvil
una lluvia de balas.
De pronto, de entre aquella
pila de despojos humanos,
salió gateando y llorando
un pequeño de dos años.
¡De esta masacre sin perdón
surgía un milagro!
Pero el teniente al mando
de aquel sanguinario batallón,
empujando al pequeño
sin ningún miramiento,
también sobre él disparó.
Los muertos tapizaron la aldea
llenando la vista de horror.
Los soldados de aquella compañía
orgullosos pregonaban su victoria
y en la destruida aldea,
la atrocidad de la guerra
en jirones de bandera ondeó.
YALI
Derechos de autor: 10-256-126
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