¡Llegaste a mi, aquella mañana!
tus ojos cautivadores
de color verde esmeralda,
me clavaron su mirada
como espada en pecho y alma.
Penetraste en mi corazón
despertando los deseos
y sin pensar llegaron los sueños
flotantes de amor y calma.
Atrapada ya en tus redes
mi camino y horizonte perdí,
al escuchar de esos, tus labios,
mi nombre pronunciado por ti.
Y llegaron tus besos a libar
mis tiernos labios,
y tus fuertes brazos
a envolver mi cuerpo cálido,
y trémula de deseo
con tus caricias de macho,
me llevaste en galopo suave
a descubrir la pasión,
de dos seres inexpertos
entregados al amor.
Treinta años han pasado
con tu mirar de esmeralda,
con el roce de tus manos
y tus palabras de amor
que aún mi cuerpo hacen temblar,
y doy gracias al Supremo
por tanta felicidad,
por sembrar en tu pecho
el amor y la bondad,
por tener la paciencia
de conmigo entretejer
ese largo camino...
en que me transformaste de niña
a esposa, madre y mujer.
YALI
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