martes, 19 de julio de 2022

THOR

 

Mi perro se llamaba Thor,

sí, Thor, como el dios

de la mitología Nórdica.

Porque era como un trueno

cuando se acercaba a saludarme

y al apoyar sus patas en mi pecho

dejaba escapar toda su fuerza.

Thor, vino a este mundo,

o mejor dicho,

a mi mundo,

para cambiarlo.

Caminaba a mi lado

por el campo,

acechaba las gallinas,

corría tras los jaras,

y si veía un ratón,

no descansaba

hasta dejarlo muerto.

Me enseñó

el amor verdadero,

la fildelidad,

la espera,

la felicidad.

Mi perro era fiel

como la ola a la playa,

como la sal al mar,

como la duna al desierto,

como ningún humano

podrá serlo en esta tierra.

Me miraba con ternura

y acercaba su cabeza

a mis manos

pidiendo una caricia.

Su frío hocico 

refregaba en mi cara

y con mis regaños,

saltaba de contento

como diciendo:

“Estoy feliz de verte

y no me importa nada”.

!Mi perro ha muerto!

Me dejó triste

sin su mirada tierna,

sin sus malos modales

sin su nariz fría

sin el alegre batido de su cola.

No sé si existirá un cielo

o un infierno para perros,

pero yo estoy segura

de que mi perro,

es un perro-ángel

en algún cielo.

YALI