A la inmensidad del azul llegué
al ver tus ojos y labios de tersura.
¡Jugada maestra del destino
que los hados urdieron con premura!.
Me subí a tu barco fantasma
para vivir esta aventura,
y olvidé las felonías del pasado
perdiéndome en mi
locura.
Pero un día me abandonaste
dejándome a la deriva,
mi razón se tornó demente
con tu perfidia destructiva.
Que maldición se apoderó de mi cuerpo
el día que te cruzaste en mi camino?
Que brebaje me dio a beber
ese Cupido, celoso y pervertido?
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